La peor madre del mundo
—Tengo que matarlos, ¿me dejas pasar mamá?
—Mati, ya hemos hablado de esto mil doscientas veces, chico. Que son tus tíos y van a venir cuando quieran, ya lo sabes.
—Tengo que matarlos, ¿me dejas pasar mamá?
—Mati, ya hemos hablado de esto mil doscientas veces, chico. Que son tus tíos y van a venir cuando quieran, ya lo sabes.
Los padres de Paula pasaban el día en casa. Su padre estaba jubilado y su madre se había quedado en paro hace unos meses. Pasaban tardes largas en el sofá, viendo concursos y fantaseando con lo que harían si ganasen el gran premio.
A pesar de que en la casa tan solo vivíamos Ada y yo, a la hora de cenar siempre había que poner doce platos y juegos de cubertería en la mesa. Una vez sentadas, dejaba de ver sus iris color marrón y oía su bendición.
Llevaba quince minutos en la cola del supermercado cuando me llegó el primer WhatsApp: hermana, lo siento mucho, pero ni Ada ni yo vamos a poder ir a cenar hoy :(. Yo tengo fiebre y ella se va a quedar a cuidarme. Era nochevieja.
Un artículo sobre la poesía de Natalia Sosa, cargada siempre de soledad y el conflicto irresoluble de encontrar un lugar en el mundo.
Un relato sobre la fragilidad de los recuerdos y la perdurabilidad del amor.
Las horas son las comidas. Desde que tengo consciencia de mí misma y de mi alrededor, el paso del tiempo se mide en comidas…
A veces, cuando algo que necesita ser dicho quema por dentro, la poesía es la única herramienta; el cuchillo abridor de entrañas.
Las primeras luces del amanecer entran por el
cristal del techo abuhardillado y consiguen despertarme del todo…