Domingo 18 P.M.

Domingo 18 P.M.

[Si estás atrapado en las sombras
aguarda, aguarda,
del lodo crecen las flores,
más altas, más altas]

«Hoy es domingo por la tarde y hay mucho lodo los domingos al caer el sol.»

Escribo para tomar conciencia, para ordenar mis ideas y esa es la primera que me ha llegado al empezar. Pero no es la única, ahora van brotando, haciéndose hueco, liberándome.

Me atropellan, llenan de lodo mis ojos y no me dejan ver. Como una tormenta de barro cuando arrecia contra el limpiaparabrisas y no hay forma de sacar toda esa agua marrón de encima.

El fango me inunda más días, pero el domingo por la tarde ha encontrado su fecha predilecta de reunión conmigo. Me llama a eso de las 16 pm, cuando he acabado de comer. Yo lo intuyo, estoy casi seguro de que va a venir, pero siempre guardo una mínima esperanza de que este domingo no. A las 17 pm ya he descartado toda probabilidad de que eso pudiera ocurrir y a las 18 pm ya está aquí, posado sobre mis párpados, empezando a inundar mis globos oculares.

Me gusta escribir del lodo, de cuando no lo sentía porque flotaba por encima de él, de cuando lo dejé de notar porque nos habíamos mimetizado en incluso ahora que solamente es el símil de un domingo por la tarde y no tengo muy claro por donde me está tocando.

Para pensar sobre el lodo, me gusta ir al mismo lugar siempre, escaparme de casa, bajar por la avenida, en coche, aparcar cerca del teatro y tomar café en el bar de la esquina. El barro rezuma por todos los rincones de la ciudad, hay poca gente y la que hay está de vuelta a casa, rumiando pensamientos, contándole algo a los oídos sordos de los acompañantes que están metidos en su propio lodazal.

¿En qué momento nos perdimos entre todo este barro? ¿Tenemos acaso una forma de salir? Y sobre todo ¿hay alguna forma de saber que estamos ahí?

Por eso escribo esto y por eso me llegan estos pensamientos de domingo a punto de morir, porque saber dónde estoy a veces es muy complejo. Cuando estás atrapado en las sombras y mimetizado con el lodo, escribir lo que piensas, lo que te llama a la puerta… te puede hacer brotar de entre la tierra mojada para decirte: «Estás en el lodo, ahora lo sabes y ese es un buen principio para acabar un domingo por la tarde».

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